Odiosa lluvia
Reconozco que la lluvia es bendita, aporta tanto a la vida, es necesaria, pero como fastidia cuando tienes
que andar, cuando no tienes coche, cuando hace frio, cuando estás acatarrado,
cuando debes hacer interminables cosas en la calle y mil deberes más que son inevitables y forzosos; es un sinónimo claro de fastidio y
entorpecimiento.
¡Mejor que llueva por
la noche cuando el calor de la cama adormezca nuestra alma!
Entiendo que para el ecosistema, medio ambiente (¡casi
nada!) y los agricultores sea urgente que llueva, pero sí que fastidia… lo
siento mucho y no me odiéis, puede que sea un poco de inmadurez de mi parte,
pero también sé que hay mucha gente que
piensa igual que yo, y le amarga la incómoda lluvia.
Esta mañana, por ejemplo, me dispongo a llevar a mi niño al
cole, y nada… llegamos empapados, le tuve que dar mi cazadora de invierno para protegerlo
de la lluvia, luego noté que estaba como
extraño mientras esperaba para entrar a clases, y resulta que me dijo que se
sentía mal por mi “sacrificio”, se me hizo un nudo inmenso en la garganta,
porque lo único positivo de estar empapada, era el agradecimiento y sufrimiento
genuino de mi hijo por mí; muy tierno simplemente, lo amé aún más.
Por cierto que el portón del
cole en un día tan lluvioso como el de hoy estaba muy cerrado, casi que se reía
de todos los que esperábamos afuera desesperados y mojados como pollos, que falta de coherencia y sentido común, había
una pobre mujer con su bebé en los brazos y la lluvia haciendo de las suyas con
los dos, nefasto.
No todos tenemos las facilidades para tener un coche, o la indumentaria necesaria para evitar que el agua llegue a nuestra piel, cada quién carga con sus circunstancias sin remedio, es la cruda realidad de existir. La escuela que tome cartas en el asunto y abra las puertas antes en días de lluvia.
Si yo tuviera algo que ver con las leyes, deberían ser más
flexibles las obligaciones y horarios en los días de lluvia, y más aún para
todas aquellas personas que no tienen coche, porque que terrible resulta, estar
en el trabajo, con la humedad a cuesta, lo zapatos mojados y el frío metido… en
fin.
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