Avatares lejanos

 

Avatares lejanos

Hola mis fieles, furtivos y apreciados lectores, espero que todo esté bien por allí en el mundo, y en vuestro universo, a pesar de las circunstancias de epidemia mundial que vivimos.

La vida puede ser tan bella y sentirse de modo floreciente en estados de absoluta gracia. Sentirse en un estado divino y celestial nos ratifica que lo mejor es mantener la calma, la fe y el equilibrio en instantes de adversidad, creo que es el mejor antídoto frente a los infortunios, y esto se logra poniéndolo en práctica en estas etapas variopintas  de subidas y de bajadas espirituales, incluso en aquellos momentos en los que emprendes planes y estos no se consiguen, o en estados en los que sientes que la vida que estás llevando es totalmente lineal y carente de emociones y valor.

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Siento la necesidad absoluta e imperiosa de agradecer, de dar las gracias a Dios, y que a pesar de los avatares, de esas tristezas que te marcan, de las personas que se han marchado… siento un regocijo en mi alma que me alegra el corazón, porque veo a mi alrededor y agradezco por la salud, por mis hijos, por la música, por mi marido, por mis estudios y por el pan de cada día, estamos existiendo y eso importa.

Los estados de divinidad, pueden ser por segundos, por horas o por días, no son eternos, pero es una realidad que hay que aceptar y aprender. Pero mientras se sientan esos estados armoniosos hay que disfrutarlos y suministrarle una fuerza poderosa  para que se instauren en el alma y en la madurez que vamos adquiriendo con el andar de la vida.

Para que todo aquello que se anhela,  ansía y sueña se cumpla de un modo asombroso y extraordinario, hay que transitar por muchos caminos, el del agradecimiento, el de la madurez, el de la aceptación, aprender a no fustigarse con los pensamientos ni con sueños imposibles, hay que valorar si o si lo que se tiene, valorar todo aquello que gozamos para que todo venga de un modo hermoso, como un imán y se adhiera a nuestra vida para siempre.

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La andadura por este universo contará siempre con muchos escollos y espinas, pero lo importante es continuar, y si se presentan tropiezos hay que levantarse y reanudar el camino, porque vale la pena.

Vivir agazapados y amurallados en el autocastigo, la aflicción, en la desdicha no proporciona regocijo, más bien una soledad interminable y profunda, un vacío abismal que causa dolor y una vejez prematura espiritual.

Ser leal  de corazón, elevado de alma nos conducirá por las sendas de la paz, derrotando todo lo malo que la vida nos pueda deparar, derribando con empeño los muros que no nos permite alcanzar la calma y rompiendo  las cadenas del sufrimiento para siempre. Permitirnos y concedernos ser felices, armoniosos y libres de pensamiento es una tarea ardua y bonita a la vez, pero que realmente vale la pena procurar.  

Como dice Louise Hay: “El universo te apoyará en todo lo que escojas creer de ti mismo”,  “Eres tú mejor amigo/a”.

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