La grapita de Khloe





Hola mis fieles, respetados y furtivos, espero que todo esté bien por allí en el mundo, y en vuestro universo, lectores que siempre estáis allí leyendo mis historias. Hace una semana mi pequeña Khloe de dos años estaba saltando en la cama y en un momento dado se enredó con la sábana y se cayó hacia atrás  golpeándose con la calefacción, acto seguido mi grito y el llanto penetrante de ella. 

La llevo deprisa  a la sala en brazos, se la doy al padre para revisarla con comodidad  y veo sangre en el suelo. ¡ Dios que susto! “la cosa es grave me dije” , fui desesperada  a buscar el agua oxigenada y se lo apliqué en la zona y salía más sangre de su cabecita, así que yo estaba encolerizada del susto y llena de  impotencia por haberme descuidado un segundo, solo un segundo y sucedió toda aquella hecatombe.


Khloe increíblemente se calmó pasados unos minutos, revisamos su cabecita, y vimos un corte de unos tres centímetros que casi me provoca un desmayo, nunca había visto un cuero cabelludo abierto la verdad,  y menos de un hijo mío. 

Total que vestimos a la niña, ya eran las doce de la noche, y nos fuimos por urgencias, yo estaba aterrada, sufría tanto por mi pequeña, no sabía si le iban a dar puntos  o que le iban hacer, temía mucho por el dolor y la aflicción de ella, porque como madre no soporto que sufra un hijo mío. 

En todos los años que tengo siendo madre, siempre me he caracterizado por cuidar tanto de mis niños, de protegerlos de todo, que por ello  es raro verles algún rasguño o cardenal, pero Khloe es distinta, es un terremoto, es muy terca y le gusta saltar en la cama y por más que la bajo ella se vuelve a subir, en fin esto para mí ha sido un shock.


Al final, por suerte nos atendieron apenas llegamos por urgencias, ella se portó como una verdadera campeona, entendía que algo le había pasado y que la estaban curando, no opuso resistencia en ningún momento durante la cura. Le colocaron una grapita y Betadine para casa.

Y hasta hoy la llamo mi grapita, al siguiente día estaba como si nada, no se toca la zona, que era algo que me preocupaba, y está tan despierta, sonriente y feliz como siempre. Yo, aún con el susto en el cuerpo y el triple de alerta con ellos, porque con los niños siempre hay que estar así, nunca se sabe… 


¡Hasta otra!
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