Mi anhelada soledad
Hola mis lectores fieles, apreciados y furtivos. Hoy por la
mañana cuando me desperté e iba caminando de puntillas prácticamente por el
aire y sin respirar para no despertar a los niños, se me vino a la mente algo
que siento y pienso muchas veces, en lo importante que son los momentos de soledad, silencio y aislamiento voluntario para
la existencia y el equilibrio interior, y que prácticamente son nulos e
inalcanzables cuando eres madre de cuatro criaturas.
Sé que siempre lo
digo, amo ver a mis pollitos pulular a mí alrededor, gozo de tenerles cerca y
de estar siempre con ellos, disfruto de
sus presencias y sé de ellos en cada uno de sus momentos. Pero también es verdad que los
instantes de soledad en el ser humano y especialmente en mi caso son
absolutamente necesarios, fundamentalmente
porque amo la soledad y el silencio. No me abruma estar conmigo misma largo
tiempo.
Tengo miles de cosas que hacer por mí y no debo dejar pasar
la vida sin más, una de ellas es
escribir, reflexionar, pensar en tantas cosas en silencio, satisfacer tantas
inquietudes y acumular conocimientos. Por ello me resulta imposible cuando la
casa está activada y cada uno necesita algo de mí a cada minuto.
El ser madre, esposa y dueña de un hogar no
debe ser un impedimento para gozar de la codiciada soledad en algunos momentos, es un derecho individual. No nací madre y
esposa, me hice madre y esposa, tengo bien asumido y claro esos roles, pero no
por ello e aniquilado a mi ser e inquietudes, ellos están siempre allí
presente, agitándose en mi interior, recordándome que están por algo.
Todo lo que era y hacía antes de
casarme y ser madre habita en mí ferozmente como una bestia contenida, debo
darle salida porque de algún modo todo va caducando cuando las hojas del
almanaque se van arrancando irremediablemente. Eso hay que tenerlo siempre presente para que
no nos rebase el espíritu las obligaciones y la monotonía.
El aislamiento es necesario aunque sea por instantes, es una
cura, una sanación interior, pero en mis
circunstancias, ni estando en el cuarto de baño se logra eso, es increíble, una lucha constante.
No pido horas ni un día entero, solo un rato conmigo y mis
cosas, así sea para darle rienda suelta a la haraganería y descanso al
cansancio. Trabajo mucho en ello, y cuesta cuando haces todo absolutamente
sola, porque las madres sin ayuda externa de quien sea, somos unas todo terreno,
que hacemos y tenemos el rol de todo en la vida de nuestros benjamines.
Mis hijos para conmigo poseen un radar, así me despierte a
las seis de la mañana para hacer mis cosas ya ellos se ponen en pie… ¡mami está despierta! ¡allá vamos!
Seguiré en la lucha.
¡Hasta
otra!
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